Mapoteca Manuel Orozco y Berra

Chorographia de las missiones apostolicas, que administró antes en Topia, y la Tepeguana, y actualmente administra en Nayarit, Tarahumara, Chinipas, Cinaloa, Sonora, Pimeria y California la Compañia de Jesus en la America Septentrional

Esta corografía o descripción geográfica describe principalmente la obra de la Compañía de Jesús en el Septentrión occidental o noroeste mexicano: Baja California, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Nayarit. Abajo a la derecha una “Explicación de Notas” da la simbología para representar “Misión con Yglesia, Curatos de clérigos, Administración de San Francisco, Minas y Reales, Presidios de soldados, Haciendas y Ranchos, Paraxes con Agua”. Esta corografía es así una descripción de los asentamientos diversos fundados en esa vasta área. Por la abundancia de estos, se puede calcular que la corografía data del siglo XVIII, en el apogeo de la presencia jesuita, antes de su expulsión en 1767.

Una cartela escribe, arriba del título y entre ricas decoraciones en acuarela: "Vinea Apostolica à societate Iesu Provinciae Mexicanae fructuosè excultas."

En Baja California, el establecimiento de misiones comienza en 1697, con los padres Kino y Salvatierra. En 1767 había 28 misiones en las tierras de las tribus Tarahumara Alta y Chinipas, en el noroeste de México, principalmente Chihuahua. “Localizadas primeramente en los valles de las faldas de la sierra Madre Occidental, las 28 misiones estaban vinculadas con el antiguo colegio de los jesuitas llamado Nuestra Señora de Loreto de Chihuahua”. La misión, colegio y villa de Loreto fueron todos fundados entre 1718 y 1767, nos informa el historiador Bradley Benedict.

El jesuita novohispano Francisco Javier Alegre (1729-1788) en su Historia de la Compañía de Jesús en Nueva-España (tomo I) describe algo de estas fundaciones jesuitas:

el padre provincial Pedro Díaz en carta de 31 de marzo de 1594, esfuerza bastantemente la utilidad de aquel establecimiento. En efecto, la ciudad de Guadiana es la puerta de los vastos países en que para la salud de innumerables almas ha trabajado tantos años la Compañía de Jesús. Las provincias de Tepehuana, Taraumara, Sinaloa, Topía, Nayarith y Nuevo-México, cuyos límites hacia el Norte no están aun conocidos, son de su jurisdicción, especialmente después que por los años de 1621 se dividió entre Durango y Guadalajara el obispado de la Nueva-Galicia. Este país conquistó por los años de 1551, de orden del virrey don Luis de Velasco, el primero, Francisco de Ibarra, cuyo nombre conservó algún tiempo. Desde Zacatecas, por medio de Alfonso Pacheco, uno de sus mejores oficiales, mandó una colonia al valle de Guadiana, que fue después la capital de la Nueva-Vizcaya. Esta tierra, bastantemente fértil de todo género de frutos de Europa y de América, la riegan muchos ríos, entre quienes las principales son el de Conchos, que desemboca en el río grande del Norte, el de las Nasas, que forma la gran laguna de San Pedro, y el de la punta, que desagua en el mar del Sur. Los ríos del Norte y el Conchos se juntan como a noventa leguas al Nordeste de Chihuahua, pequeña villa en la provincia de Taraumara. El terreno hasta ahora conocido se extiende desde los veinticinco hasta los treinta y tres grados de latitud septentrional. El primer obispo de esta diócesis fue el ilustrísimo señor don fray Gonzalo de Hermosilla. Todo el país generalmente es montuoso y preñado de las más ricas minas de la América. Las más famosas son las de Indehé de Guanacevi, las de Topía y muchas en el Nuevo-México y la Sonora, singularmente la de Arizona, de que en estos últimos años, según la relación del ilustrísimo señor don Pedro Tamaron, se han sacado pedazos  de plata hasta de ciento y cuarenta arrobas27. La ciudad tiene conventos de San Francisco, San Agustín, San Juan de Dios, colegio de la Compañía, y un seminario a dirección de los mismos padres, a que está adjunto el Tridentino con doce becas que mantiene la mitra. Villaseñor da a Durango como veinticinco mil almas fuera de los indios. En este obispado, dice el maestro Gil González Dávila, la religión de la Compañía de Jesús con la solicitud de sus piadosos y vigilantes obreros, ha cogido abundantes y maravillosos frutos para el cielo, asistiendo en sus provincias por orden de su Majestad, que de sus rentas reales sustenta en ellas setenta y cinco religiosos sacerdotes. Han convertido en ellas más de trescientas mil almas, edificado más de cien iglesias, y con su blandura y paciencia cristiana han amansado la fiereza de infinitos bárbaros, persuadiéndoles a vivir en poblado, con ley, religión y gobierno. Estos bellos progresos de la fundación de Guadiana se debían a las expediciones continuas que hacían nuestros operarios desde la residencia de Zacatecas (...)

Bibliografía

Historia de la Compañía de Jesús en Nueva-España. Tomo I / que estaba escribiendo el P. Francisco Javier Alegre al tiempo de su espulsión. Publícala para probar la utilidad que prestará a la América Mexicana la solicitada reposición de dicha Compañía, Carlos María de Bustamante, individuo del Supremo Poder Conservador. (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)

Manuel Orozco y Berra, Materiales para una cartografía mexicana. México, Mapoteca Manuel Orozco y Berra, SIAP-SAGARPA, 2011: 184.

Benedict H. Bradley, “El saqueo de las misiones de Chihuahua, 1767-1777”, Historia Mexicana, El Colegio de México.  

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Mapoteca Manuel Orozco y Berra (MMOB)
“Manuscrito. Original, colorido, sobre pergamino”.