Biblioteca Palafoxiana
En la famosa batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla, las armas mexicanas derrotaron al ejército francés, uno de los más poderosos en ese tiempo. Entre la pictografía dedicada a esa batalla, las más representativas son las litografías de Hesiquio Iriarte y Constantino Escalante y los óleos del poblano Patricio Ramos de Ortega, quien participó en esa batalla como voluntario, por lo que fue testigo ocular.
Cuatro óleos suyos que describen momentos de la batalla se encuentran en el Museo de Historia Mexicana, parte de "3 Museos", en Monterrey, Nuevo León. Uno de ellos se denomina "Lucha cuerpo a cuerpo" (78 X 96 cm); el último, "Descanso después de la batalla" (78 X 96 cm). Escribe el sitio de ese museo:
Estos cuatro óleos que describen episodios de la batalla de Puebla son ejemplos del género de la pintura militar en pequeño formato. Es posible que formaran parte de una serie más extensa del mismo artista, quien declara su participación directa en los acontecimientos en una de las pinturas: <<Habiendo tomado parte fui testigo ocular del 5 de mayo de 1862/ Patricio Ramos fecit /Puebla>>.
Los hermosos celajes, el dibujo arquitectónico y la composición del paisaje con figuras humanas revelan una formación académica. De Ramos sólo se conocen algunos otros paisajes de Puebla, San luis Potosí, Guadalajara y el Salto del Agua, pero casi nada de su vida. (...)
El tercero representa un pasaje decisivo, también narrado por las crónicas. Durante el tercer y último asalto al fuerte de Guadalupe, los zuavos cargaron sobre un cañón que hacía estragos sobre sus filas. Al verse sorprendido, el artillero que sostenía una bala en las manos la soltó sobre el asaltante que ganaba el parapeto, quien murió descalabrado. Fue entonces cuando Lorencez ordenó la retirada. Existe una litografía de Constantino Escalante, publicada poco después del suceso, que presenta exactamente el mismo instante, con el soldado zuavo a punto de clavar la bayoneta y el militar mexicano sosteniendo la bala sobre su cabeza.
a las dos y media de la tarde terminó el segundo ataque y se preparaba deslizarse un chubasco de agua que al fin cayó con un fuerte granizo al finalizar el tercer ataque: en cuyos momentos a pesar del cuadro tan triste que nos rodeaba, se veía nuestro campo de batalla pintoresco, porque llovía con sol. Esto y los relámpagos juntamente con los truenos del cielo y de la artillería y los tiros de fusilería, hacían un conjunto raro y respetable: esta batalla justamente merece el título, "El sol del 5 de mayo de 1862".Igualmente la descripción que da del general Zaragoza es muy precisa y visual, son notas de trabajo:
Montado en un caballo negro, traje de color gris, bota fuerte, cachucha de color azul oscuro con bordados de hilo de oro (p. 20).El momento culminante ocurrió en el tercer encuentro, pp. 17-18: fue una lucha cuerpo a cuerpo. "De treinta y tantos hombres que nos encontramos en este episodio glorioso, quedamos siete hombres con vida". Y los voluntarios del batallón de Ramos y Ortega capturaron a los zuavos un guión, o bandera guía, que fue expuesto por el general Zaragoza arriba del frontispicio de la iglesia de N. S. de los Remedios, al pie de la bandera de México, donde se había establecido el cuartel general. En el agregado posterior a este recuento (p. 32), el pintor añade que en esa batalla recibió un golpe contuso y creyó perder la vida, pero al regresar en si preguntó a su tío, con quien coincidió en el batallón, acerca del paradero de la bandera capturada al enemigo. El pintor quiso dejar clara su participación directa en esa acción heroica.
voy a pintar un cuadro de la batalla y el episodio glorioso a donde me encontré juntamente con mis compañeros para manifestar la verdad de los hechos heróicos, a donde estaré y me verás y me verán todos mis verdaderos y buenos compatriotas vestido de paisano con mi flus color de café, mi talin, mi cartuchera y mi fusil sin bayoneta, luchando y defendiendo el honor y el derecho de mi Patria.