Nuevo mapa de las minas de oro de la California
La anexión de la Alta California por los Estados Unidos (1848) creó un súbito vacío y un abrupto relevo historiográfico: México la olvidó en el acto, mientras que de pronto fue completamente estadounidense, con la fuerza avasalladora de un país muy poderoso, triunfante por su apropiación de cerca de dos y medio millones de km2 del territorio de su débil vecino del sur, y ávido por apoderarse de esa enorme riqueza: en el caso de la Alta California, su inmensidad (actualmente 423,970 km2), 1,350 km de costa en el océano Pacífico, los excelentes puertos de Monterey y San Francisco, su recientemente descubierta abundancia de oro.
Reproducimos aquí este Nuevo mapa de las minas de oro de la California, francés, de 1850, que acompaña un largo texto, pieza informativa destinada a convocar a particulares y empresas francesas a la fiebre del oro desatada en California desde su anexión a los Estados Unidos en 1848.
De la Alta California previa a ese año la historiografía conoce sobre todo su lenta exploración y colonización -tan lejos del centro novohispano-, la fundación de las misiones y la división de su territorio en los presidios militares de Monterey, San Francisco, Santa Bárbara y San Diego. En 1768, los jesuitas novohispanos, cuyo padre Eusebio Francisco Kino fue el mayor pionero en la evangelización de Baja California, Sonora y Arizona, fueron expulsados de los reinos españoles. Poco después, el visitador general José de Gálvez emprendió la colonizacion de la Alta California, con la expedición de Gaspar de Portolá (1769-1770), quien fundó el presidio de San Diego, y el apoyo del franciscano fray Junípero Serra, quien fundó o presidió ahí numerosas misiones, entre ellas las de San Diego, San Gabriel (cerca de la actual Los Angeles) y San Francisco. La gran expedición al mando de Juan Bautista de Anza estableció en 1774-1776 la primera ruta terrestre a la Alta California y fundó en 1776 el presidio de San Francisco, donde los franciscanos fundaron igualmente una misión.
A mediados del siglo XIX estaba muy poco poblada. El texto francés escribe al respecto:
La población, que se componía en 1831 de alrededor de 18,000 indios convertidos y 5,000 colonos o soldados de origen español, se evaluaba en 1849 en 110,000 hombres, de los cuales 54,000 americanos de los Estados Unidos, 20,000 californianos, 8,000 mexicanos, 3,000 chilenos, 3,000 europeos, chinos, polinesios, etc, y 20,000 indios.
La historia del oro californiano se presenta en este texto de 1850 así:
El capitán Sutter, fundador del excelente establecimiento de la Nueva-Helvecia, donde se descubrieron las mejores minas de oro, es suizo de nacimiento
El gobierno mexicano le concedió, en 1838, 30 leguas cuadradas de terreno, donde construyó su vivienda y el fuerte que lleva su nombre, sobre una elevación a dos millas de las orillas del río del Sacramento, a 50 millas de su desembocadura.
El ingeniero-mecánico Sr. Marshall fue el primero en descubrir pedacería de oro, en febrero 1848, cuando construía un aserradero para el Sr. Sutter sobre la orilla meridional de un río designado bajo el nombre de La Horquilla americana. La masa total del oro recogido en California se evalúa ya en cerca de 200 millones.
En este mapa de 1850 las anexiones de territorio mexicano no habían terminado. La leyenda indica que las áreas amarillas son los "terrenos auríferos señalados por los reportes americanos". Las costas y frontera norte de Baja California aparecen amenazadoramente amarillos. En la Pimería Alta de Sonora, parte de la cual fue anexada en 1853 por el tratado de La Mesilla o la "Compra de Gadsden", como se le conoce en Estados Unidos, aparecen dos áreas grandes marcadas en amarillo: "Terrenos donde el oro virgen se encuentra en abundancia y en pedazos que llegan a pesar diez kilogramos". Y al sur del río Gila y al este del río de San Pedro: "Los terrenos de aluvión y los cursos de agua están llenos de pequeñas pepitas de oro". Se entiende que los Estados Unidos hayan tenido en la mira los territorios mencionados. Al menos México conservó Baja California.
Bibliografía
María Dolores Pérez Baltazar, "La historiografía de California y la obra del padre Francisco Palou", Cuadernos de Historia Moderna, num. 16, 1995. UCM, Madrid.
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